Sin 1000 Lagos. Sin Portugal. Sin el Safari. Sin RAC británico… Con siete rallies contados. Y, para remate, el último de ellos, dentro de un circuito. Así quedará conceptuado por siempre en los libros de historia el Mundial más insólito de todos los tiempos; el correspondiente a este año pandémico, que ha ‘condenado’ a la FIA y al promotor a hacer virguerías casi cada semana, para mantener en pie el castillo de naipes y salvar milagrosamente un campeonato cogido con pinzas desde mitad de marzo.
Como si la naturaleza hubiese querido congraciarse con los equipos y aliviarles las penas aparejadas a este ‘annus horribilis’, insuflándoles la esperanza de una temporada más próspera y bondadosa, los paisajes de la Lombardía, sus carreteras empinadas, repletas también de horquillas, a la manera del Turini, se han pintado de blanco estos días. Un trampantojo que puede provocar, como en un cuento de Navidad, la fantasía de que el 2020 ya es cosa del pasado, y que está a punto de arrancar un nuevo Montecarlo… Pero, claro, para eso faltan todavía unas pocas semanas; y, antes de pensar en lo que vendrá, hay que acabar primero, como Dios manda, este Mundial tan atípico, que empezó frente a los Alpes, con total normalidad, allá por el mes de enero, y que, al final (quién lo hubiera predicho), tantísimo esfuerzo ha costado sacar adelante.
Entre la cancelación del Rally de Ypres y el embate que está suponiendo esta segunda ola de la pandemia para los habitantes del norte de Italia (el ‘paddock’ de Monza, donde radican ahora mismo los equipos, ha albergado un hospital de emergencia hasta hace unos días…), no eran pocos los que creían que, a diferencia de McRae y Burns -proclamados ambos en el RAC, con los botines pringados de barro, y ante su gente-, Elfyn Evans acabaría accediendo a la corte de este deporte desde la cálida moqueta de su salón. Pero no; para eso todavía tendrá que esmerarse con el Toyota hasta el domingo, y cubrirse las espaldas, principalmente, frente a un ‘coco’ como su compañero, Sébastien Ogier, que se dispone a culminar su penúltimo Mundial.
Todo puede pasar
Gracias a la diligencia del ACI (la federación italiana), y al precedente del Monza Rally Show, organizado cada final de temporada, se ha podido orquestar a la carrera una prueba completamente novedosa, que nada tiene que ver a las demás, para, aunque sea constreñidos dentro de un circuito, con tramos de carretera solamente el sábado, rematar como toca este campeonato al ‘sprint’. Y adjudicar así, con la legitimidad que aporta el cronómetro, un título del que tampoco se han despedido aún, aunque las matemáticas no les resulten tan halagüeñas como a Ogier (segundo del Mundial, con una desventaja de 14 puntos), Thierry Neuville y Ott Tänak.
Los otros dos nombres propios de un rally crucial, donde, dada su peculiaridad -está plagado de vallas, guardarraíles y ‘chicanes’ artificiales-, el factor sorpresa que va a suponer, y las condiciones tan complicadas por las que se regirá desde mañana -con hielo, nieve y barro por doquier-, cualquier cosa puede pasar. Como, por ejemplo, que Dani Sordo, quien más participaciones acumula de todos en el rally show (donde, por cierto, ganó dos veces), repita la victoria de Cerdeña y pueda contribuir así al segundo título de marcas que pretende atar Hyundai.
Fuente: https://www.marca.com/motor/rallies/2020/12/03/5fc8cabf46163f25068b45fc.html